viernes, 9 de marzo de 2018

La Conciencia

La educación recibida y el sentido del deber, esa especie de karma transfigurado en  obligación, un peso sobre los hombros que arrastramos, algunos, toda la vida, queriendo hacer siempre lo correcto, queriendo estar siempre a la altura y al final, tocando el suelo con el alma destrozada y los sentimientos encontrados debatiendo dentro de ti, golpeando sin descanso, como una galerna enfurecida arrastra olas en playas sin arena.
Hoy he vivido la conciencia atormentada del haber y el deber, como una contabilidad trastocada, dividida por no saber si uno y otro podían convivir en mi cabeza y en mi corazón, porque estaba perdida en dos mundos, y me he dado cuenta tarde, cuando acaba el día y estallo en un mar de lágrimas y aullidos contenidos, golpeo con furia la pared, una, dos, tres veces, contengo la ira que me atiza las entrañas y vuelvo a mi pastillero, temblando, gimiendo, temerosa de mi misma, buscando un sitio, consciente, otra vez, del amor que me divide, de la pena tan grande que llevo, no hay tristeza , hay una pena oscura y negra, igual que ya no hay fotos aquí, ya no hay luz ni vida, siento como me arrastran mis cargos de conciencia.

"Disfruto con la tristeza y con la melancolía, pero con la pena no.  La pena es muy jodida.  Es demoledora"
(Pau Dones)
Mi pena es mi mala conciencia.
 

miércoles, 17 de enero de 2018

El Tiempo

Es curioso como todo se vuelve negro.
Miro los objetos que me rodean y no los veo,
hay sombras, hay rincones oscuros...
Y sigue habiendo miedo.
Entra la brisa fresca por las ventanas
abiertas de par en par y no respiro,
no me alcanza el compas de mis pulmones
para aguantar la vida
y llorar por fuera...
y llorar por dentro.
Tiemblo, mi pulso se acelera, mi corazón
esta sufriendo, mi vida se acaba sin
saber si fue vida...o fue tiempo.

(Julio 2017)

La Libertad

"La libertad es la prisión mas grande que existe." (Jordi Mollá)

Sigo sentada mirando mas allá de las colinas,
mas allá de mi vista y de mi misma,
sigo mirando y sigo creyendo que había libertad y
también sigo pensando que tendría un precio.
Lo pago cada minuto y cada día de mi vida. 
Lo acepto. 
La consumo sin saber que estoy en ella,
no la disfruto porque estoy atrapada en mi propia ansia,
en esta angustia estúpida que me dice,
como el diablillo de mi hombro,
no confíes, no te relajes, no busques,
la alerta es tu mejor compañera.

domingo, 24 de diciembre de 2017

La Aceptación

Con el paso de los años, el cansancio y las renuncias, acepto.
Acepto la familia que no tengo,
acepto mi condena,  que es solo mía.
Acepto la necesidad del distanciamiento,
lo que no se dijo, lo no expresado,
el individualismo hiriente y desnortado.
Acepto como no, la enfermedad, y la lucha que nos queda.
En realidad solo quería lo que no tuve,
y también esto lo acepto,
porque no tengo hermanos ni primos, ni tíos...ni abuelos que conociera,
una familia donde reinara el amor pese a todo.
"El miedo, el enfado... y cierta dosis de odio son normales en una familia".
¿En serio? Tal vez, por tanto todo lo resumo en una frase,
acepto toda la mierda que me ha caído encima,
acepto que me cubriré con ella y, por Dios,
acepto la renuncia, si yo mandaba,
acepto incluso eso.

jueves, 14 de diciembre de 2017

El Marqués

El marqués de mi relato lo era por cuna, posición y poder, de aquellos de principio del siglo XX  que ejercían y se hacían notar. ( Conozco alguno por apelativo irónico, pero este no es el caso. )
Tenía dinero, tierras, posición social y económica... un título nobiliario que aún se conserva, de solera.
Sin embargo, el Marqués vivía solo.
Habitaba un gran mansión, atendida por un amplio  servicio y es de imaginar que,  siguiendo las costumbres de la época, sus necesidades mas vitales y primarias estuvieran sobradamente atendidas y satisfechas.  Pero vivía solo.
Mi padre lo trataba con cierta asiduidad.   Se encontraban en sus largos paseos, cada uno arrastrando su personal historia  y supongo que ciertas afinidades   humanas les acercaban en conversaciones que luego, mas adelante, yo escucharía  con sorpresa y desconcierto.  En mi mente juvenil no entraba como razonable que aquel ser humano cargado de todos sus adornos mundanos, pudiera no solo vivir, sino sentirse terriblemente solo.
Según decía, lo que mas deseaba en el mundo era sentarse en una mesa rodeado de seres queridos, repetir en su propia casa lo que veía cada atardecer en  las cocinas levemente iluminadas de aquellos pobres campesinos cuyo sustento dependía de él mismo.  Les observaba semioculto entre las sombras, callado y triste, anhelando aquel calor familiar, aquellas risas distendidas y aquella humilde cena compartida.  No suspiraba por la comida, naturalmente, quería aquel amor.
Así se lo contaba a mi padre, y así me lo contó mi padre a mi muchos años después, cuando ya no vivía aquel marqués solitario.  Su historia salía a menudo en las  sobremesas familiares que eran una constante en mi casa, y siempre se le mencionaba con un aire de sorpresa,  deseando que no se repitieran aquellas sensaciones en nuestra propia vida, que ya era complicada,  y como una demostración palmaria de lo que sería deseable en un hogar.
Con el paso de los años, sigo recordando al Marqués que nunca conocí, pero al que recurro en mi memoria  mas veces de las que desearía, para ser muy consciente que, curiosamente, ni mi padre ni yo fuimos capaces de aprender de aquella solitaria vida.  Ni mi padre tuvo la familia que quiso tener, ni yo misma he sido capaz de dejar atrás los fantasmas de uno y otro y construir ese calor familiar  que en el siglo pasado tanto deseaba aquel hombre sencillo.
Y con el paso de los años, el cansancio y las renuncias, acepto.



sábado, 18 de noviembre de 2017

La Sorpresa

"He nacido para morir pronto, tengo en la pluma un sonrisa leve, una queja contenida y una vida quebrada"
.
Hace  unos días me sorprendí a mi misma cuando una escena de una película me hizo reír espontanea y francamente.  Y fue tal la sorpresa, que después me invadió la tristeza, al darme cuenta del tiempo que llevo sin reír.  Fue breve, pero fue bueno, y doy gracias por ello.
Una cosa siempre lleva a otra y recordé la frase que inicia esta reflexión y como acompañaba un texto que escribí hace algunas semanas.  Lo deje guardado en ese cajón virtual que son los borradores en un procesador; un  borrador, algo que puede dejar de ser, posibilidad de ser olvidado. Quedó ahí, flotando, como algo que sentía profundamente pero podía ser muy hiriente  y porque me pareció demoledor cuando lo escribí; sigue siendo demoledor, pero hoy toca, es el momento.

"Antes de morir me gustaría sonreír, con esa sonrisa franca y abierta que surge de un interior tranquilo y apaciguado, cuando te miras en el espejo y ves un rostro ajado y piensas que ya todo esta hecho, que ya todo esta dicho y que ya los días están gastados.
Antes de morir me gustaría reír, a carcajadas, reír y quedarme sin aliento, dejar henchidos los pulmones  de vida y de consuelo.
No he vuelto a sonreir, no hay nada que eleve la comisura de mis labios hacia el cielo que ya no es azul, que ya no tiene ni color ni calor ni aire ni luz.  La ausencia de amor compañero ya me resulta insoportable, de modo que pienso que tal vez  mi tiempo debiera cumplirse cuando se cumpla el tiempo del ser que me dio la vida. Sé que no podré con ese dolor que se unirá a todos los demás, sé que estaré sola y sé que será el momento de mirar sin ver lo que no hay en mi futuro, sé que llegará ese día como sé que, en realidad, es una decisión tomada desde niña, porque en el fondo sabía que no había nada al otro lado de la ventana, sabía que todo estaba vacío y sucio y cualquier intento fue estúpido y fue intento.
¿Podré cumplir mi  deseo?"