Con el paso de los años, el cansancio y las renuncias, acepto.
Acepto la familia que no tengo,
acepto mi condena, que es solo mía.
Acepto la necesidad del distanciamiento,
lo que no se dijo, lo no expresado,
el individualismo hiriente y desnortado.
Acepto como no, la enfermedad, y la lucha que nos queda.
En realidad solo quería lo que no tuve,
y también esto lo acepto,
porque no tengo hermanos ni primos, ni tíos...ni abuelos que conociera,
una familia donde reinara el amor pese a todo.
"El miedo, el enfado... y cierta dosis de odio son normales en una familia".
¿En serio? Tal vez, por tanto todo lo resumo en una frase,
acepto toda la mierda que me ha caído encima,
acepto que me cubriré con ella y, por Dios,
acepto la renuncia, si yo mandaba,
acepto incluso eso.
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