miércoles, 28 de marzo de 2012

Estaban las palabras

Es bien sabido que una limpieza general en una casa ventila y pone orden  y a veces, solo a veces, el aire que penetra te revuelve el tiempo y la conciencia..  En la última que yo hice encontré una carpeta gris, vieja y gastada, que al principio no identifiqué.  A pesar del trajín, me pudo la curiosidad y la abrí. 
Y de repente, viajé al pasado.  Además de viejas cartas, postales y otras cosas típicas de los primeros años, había una libreta azul, tan vieja  y gastada como la carpeta que la contenía, y que en este caso, reconocí de manera inmediata.  Apenas la recordaba, pero tenerla en las manos fue como girar a la velocidad del viento y sentir que algo muy dentro se me encogía. Recordé lo que no quería, ahogue mis suspiros y la devolví sin abrirla.
Pasado un tiempo. consciente y sosegadamente, fui a buscarla y me sumergí en sus palabras venciendo al miedo, sabiéndome mayor aunque no mas sabia, amando sin fisuras a la joven que fui, acogiendo en mi corazón su espíritu atormentado y triste, compartiendo con ella mi alma, mi vida y aquella esperanza.
Entre los años 1981 y 1985 escribí poemas y reflexiones que reflejan toda mi tormenta y todo mi mundo solitario y gris.  Treinta años después, los releo con nostalgia y una leve sonrisa en los labios, sorprendida incluso;  finalmente no estaba tan sola, estaban las palabras que hoy igual que ayer, me alivian, me sonrojan, me empujan y me alientan, tanto en una libreta manuscrita como en un teclado de ordenador.
Después de todo, me pregunto si  habré cambiado  tanto.

"Deseaste por mi
tu vida y la mía,
pero fue en vano.
cayó una hoja del árbol
que se alzaba por los dos,
y como sutil canto
de despedida,
reposó tu boca en la mía,
mientras las almas,
temerosas, huían."
(25 de agosto de 1981)
                                                                      

miércoles, 7 de marzo de 2012

Algo roto, algo perdido.

Nadie dijo que esto fuera a ser fácil, tenía claro que habría un antes y un después, pero aún reconociendo este hecho, está siendo duro.
Tengo una hija a ocho mil kilómetros de distancia y con todos los medios de los que hoy disponemos, facilidades de "comunicación" impensables hace muy pocos años, con todo, hace rato que no sé nada de ella, no escribe, no llama, no está para mi.
Sé que está bien, como es lógico, pero lo llevo mal.  Hay una parte de mi ser como madre que no se resigna, esa necesidad de proteger  me vence, y me puede aún más el hecho incontestable de que ha crecido, se ha independizado de mi, se ha roto ese cordón que nos unía, hemos perdido algo.
El mes próximo cumplirá 17 años, es una edad casi adulta, es una edad para empezar a volar, pero mi hija ya voló hace unos meses y yo no estaba preparada.
Hoy he soñado con ella por primera vez en todo este tiempo. Tan solo la abrazaba, un abrazo largo largo y fuerte, como queriendo retenerla, no te vayas, quédate aquí conmigo un poco más; mientras, me sonreia en mi sueño, me miraba sonriente en un intento de  tranquilizar mi corazón, sin decir nada, dejándo que yo la envolviera con mis brazos y devolviendome a su vez los suyos.
No he llorado mucho su ausencia, es la verdad.  Esta era una situación temporal, habría un regreso... pero ya no habrá retorno.  El día que se fué, de regreso a casa en medio de un silencio que se podía cortar, su hermana que me acompañaba quiso poner música y sin premeditación ni alevosía, metió en el equipo del coche un cd del que salió disparada esta canción de JM Serrat   que todavía hoy me parte por la mitad.
http://www.youtube.com/watch?v=Pp2xieXOyxg&feature=related
Creo que no he llorado tanto en mi vida, durante kms. no pude parar de llorar porque ya sabía, ya intuía que el lazo se estaba deshaciendo; lloraba por ese miedo, irracional o no, que no le pase nada por Dios... lloraba por todo, por una etapa de mi vida y de la suya que se cerraba para abrir otra, ni mejor ni peor, otra, diferente y distinta.

Y entonces recordé a  una madre con gabardina negra aceptando resignada un destino sin mi...  y lloré por las dos, por mis propios silencios y mis ausencias, los de entonces y los de ahora.

Por mi parte  creo que echaré de menos por el resto de mi vida a aquella niña de 16 años que despedí en un aeropuerto un día del mes de agosto del año  2011.


Un beso, un abrazo y un mimo.
For you.