No hay peor vida que la vida mal vivida por malgastada y los años que ya cuentan me pesan como losas, lo poco o mucho que queda se hace urgente y se hace efímero.
Me aprietan las prisas de mis días, de mis horas que galopan y no se acomodan a mi paso, no se detienen a mirarme y complacerme, se evaporan como niebla veraniega y yo siento que todo fue un mal sueño que se agota mi tiempo sin haberlo sentido y sin poder remediar el dolor que causé sin quererlo, el amor que quise dar y no se recibió, solo quise amar y no supe como hacerlo.
Y cuando pasa la tormenta y queda el reposo
amargo de los malos vientos,
el pensamiento agitado y el aire espeso,
no queda nada por momentos.
Se vacía hasta la sangre de las venas y
el respirar se torna lento.
Se atascan los pulmones,
todo se vuelve eterno,
raro y descontrolado,
todo queda en el entorno
suspendido, ingrávido, pasivo y muerto.
(En un mes de septiembre convulso, a bordo de Elora, en un intento.)
(2016)
(2016)
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