lunes, 18 de septiembre de 2017

La Niebla

No siempre el mar es azul ni el cielo esta despejado.  Con todos los matices que le queramos poner al color de la vida, lo cierto es que los claroscuros se imponen, a veces con la fuerza de la pena y la desesperanza, con la insistencia de un amargo día de lluvia impenitente, con todo aquello que ennegrece el alma empañada y el corazón roto.
 
No hay peor vida que la vida mal vivida por malgastada y los años que ya cuentan me pesan como losas, lo poco o mucho que queda se hace urgente y se hace efímero. 
Me aprietan las prisas de mis días, de mis horas que galopan y no se acomodan a mi paso, no se detienen a mirarme y complacerme, se evaporan como niebla veraniega y yo siento que todo fue un mal sueño que se agota mi tiempo sin haberlo sentido y sin poder remediar el dolor que causé sin quererlo, el amor que quise dar y no se recibió, solo quise amar y no supe como hacerlo. 
 
 
   Pero  aun amo y siento.

 
 
 
 
 
 

Y cuando pasa la tormenta y queda  el reposo
amargo de los malos vientos,
el pensamiento agitado y el aire espeso,
no queda nada por momentos.
Se vacía hasta la sangre de las venas y
el respirar se torna lento.
Se atascan los pulmones,
todo se vuelve eterno,
raro y descontrolado,
todo queda en el entorno
suspendido, ingrávido, pasivo y muerto.
 
 
(En un mes de septiembre convulso, a bordo de Elora, en un intento.)
(2016)
 

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