El tormento, la obsesión, el miedo,
la ausencia, el dolor, el rencor y la ira,
la pena y la tristeza, el odio y el amor.
Acaricio la luz con la mirada
y la sombra se cierne sobre el alma,
cierro los puños con rabia y siento el corazón lento.
Las cosas son como siempre han sido
y pensar lo contrario me lleva a la deriva y al tormento.
No hay sitio en el mundo para mi alma, no hay remedio,
y si fuera de esta vida hubiera un retorno, un sosiego,
un poco de amor generoso o de simple cariño bueno,
si hubiera algo que me calmara,
que me amara sin recursos y sin réditos...
quiero un poco de algo que no encuentro,
quiero paz, quiero aire limpio, quiero vida,
quiero seguir pidiendo y no quiero.
Y de sentir, diría también. Escribir es la manera mas sincera con la que yo me comunico con el mundo, con el propio y con el ajeno, me vuelco en las palabras como si me hundiera en un agujero negro, me invaden y las vomito en un papel o en un teclado de ordenador sin control. Ellas me pueden, me vencen... y me acompañan.
Recuerdo perfectamente el momento, esta vez si, en el que me hundí en mi rincón favorito del sofá y escribí de un tirón y sin respirar lo anterior, no hace tanto...este verano.
De igual modo, recuerdo también, perfectamente y con detalle, el día y la situación en que escribí lo que sigue, un día maravilloso de travesía, donde el sol y la luz y la compañía me dieron un respiro y pensé...tal vez. Hace un ahora un año.
A veces el mar es sosiego y el cielo de azul intenso.
A veces las olas arrastran el miedo.
¿Habrá nieve este invierno?
Ya llegó el invierno, ¿habrá nieve o habrá hielo?
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