viernes, 27 de enero de 2012

Adios Patuca

Tenía algunos años, no muchos, y siempre vivió sola.  Su madre la abandonó recién nacida, sobrevivió al resto de la camada y se crió  entre las hortensias de mi jardín sin que nunca pudiéramos tocarla, era tan esquiva que en todo su tiempo de vida no fuimos capaces de mimarla como al resto de bichos que pueblan mi casa y mi vida.  Solo ahora, casi al final, se dejaba acariciar minimamente mientras comía.

Su nombre era debido a sus pies, blancos, como si llevara calcetines; recuerdo perfectamente el día que le pusimos el nombre.  Era verano, yo tomaba el sol en el jardín y las niñas, aún con esa edad que admite alegrías y juegos de campo, intentaban que ella se acercara, cosa que nunca se consiguió del todo. Puesto que ya había un Calcetines yo les dije "pues parece que lleva patucos, llamadla Patuca" y así quedó.
Luego fue también Patu, Patuqita, Patuqui, en fin, cuanto derivado se nos ocurría, fue procreadora incansable de innumerables camadas de las cuales quedan Cosa, Chispita y Frida y tengo que decir que me falta su presencia en la ventana de mi cocina donde pasaba las horas en los últimos tiempos.
Hace tres semanas que no sé nada de ella, lo que me hace pensar que aquella respiración ruidosa que se le oía le ha pasado factura con estos fríos.
Siento no haberla tenido al final, cuidarla y mimarla como se merecía,  porque aún siendo como era, fue muy querida en casa, era cariñosa a su manera y siempre estaba ahí, con esa presencia que imponía la edad y la sabiduría de gata vieja y lista, con esa mirada limpia, clara y agradecida que tienen algunos seres vivos y deberíamos copiar otros.


 

Adios Patu.

miércoles, 25 de enero de 2012

Matizando

Al hilo de la entrada anterior, me gustaría realizar algunas matizaciones.

Durante muchos años participé activamente en lo que hoy se da en llamar "la vida de tu comunidad", osea, que durante años estuve más que involucrada en aquellas cosas de mi entorno que consideraba había que  cambiar o mejorar, recogí el testigo de otros y como no podía ser de otra manera,  trabajé a fondo.  Emplee días, horas, esfuerzos, ilusiones, me cree algún que otro enemigo e hice mía la máxima de "si quieres algo, lucha por ello."

Pero  no siempre las personas que te rodean son las que tu crees que son o simplemente no son capaces, llegado el momento, de olvidar ideologías, de aunar esfuerzos  por un bien común, encontrar ese punto que nos hace a todos iguales cuando de luchar se trata.
España es un país de gente sectaria, lo digo sin ambages, lo creo firmemente.  El "y tu mas", el "son los míos" es algo que todos practicamos en mayor o menor medida y así nos va como nación y como sociedad.
Viviendo como vivo en una autonomía con dos idiomas oficiales, la cuestión lingüística llegó a convertirse en materia  de enfrentamiento serio entre aquellos que habíamos colaborado durante años sin mayores problemas que los derivados de la lógica de cada uno.  Mi defensa de lo que considero un derecho propio reconocido legalmente me granjeo la enemistad y el desprecio de mi entorno, y fue un golpe terrible para mi.

De repente  todo aquello por lo que había luchado sin denuedo empezó a parecerme carente de sentido.  Obviamente, no es así, no puedo dejar de creer en lo que creo por el hecho incuestionable de  estar rodeada  de  personas inadecuadas.  Pero sí empecé a considerar que el tiempo y el esfuerzo empleados habían sido inútiles y perdidos.  Y la consecuencia inmediata fue mi aislamiento personal, mi abandono de toda lucha, mi introspección mas absoluta.  Volví a mis tiempos  solitarios y silenciosos, y encontré que allí estaba bien, que nada me hacía daño, que no valía la pena salir al mundo y pelear.  En ese contexto, tu casa, tu vida doméstica, se convierte en algo seguro y tranquilo, en ella me quedé y aquí sigo.
También sufrí una incomprensión que fue la mas dura de todas.

Han pasado varios años y como es lógico, los avatares de la vida tienen su reposo, incluso los desengaños mas dolorosos.  Hoy pienso que mas que  perdido tal vez fue un tiempo mal empleado, no sé.  Luché por aquello que creí justo y necesario, conocí gente interesante, me afirmé como madre/mujer/persona, aprendí de todos; hoy el dolor se ha suavizado y empiezo a calmarme por dentro...un poco y empiezo a caminar aunque sea despacio ...


... muy despacio.


viernes, 20 de enero de 2012

La madre, la persona, la mujer.

No hace mucho veía en tv a Laura Pausini. No es que me guste como intérprete, pero como ser humano me pareció interesante y seguí la entrevista que le hacían. En un momento dado comentó que su último disco era muy especial para ella pues mientras lo componía había recuperado la maltrecha relación que mantenía con su madre a la vez que había descubierto a la persona que había detrás de ella. 
Me pareció precioso.
Y me quedé pasmada.

Inmediatamente pensé en mi propia madre, ya mayor, con esa edad que inspira la ternura y hablanda los recuerdos, con esa edad que cuentas hacia atrás, a la que miro muchas veces y siempre veo como madre.  Y pensé que mujer sería ayer, que clase de mujer fue en su adolescencia, en su juventud, que madurez hubiera podido tener.

Mi madre cuenta muchas cosas de su pasado.   Habla con frecuencia de sus padres, especialmente de mi abuela, a la que no llegué a conocer y con la que debió de tener una relación muy especial. Es su norte y su guía... aún hoy.
Habla de sus hermanos, ausentes por esas cosas de la vida en este país que nos han obligado durante generaciones a separar familias.  Recuerdo que de niña hablaba tanto de ellos,  que era casi como si pudiera verlos a diario.
Mi madre hablaba mucho de su familia en mi infancia, pero hablaba de ellos con  nostalgia, con aire de ausencia impuesta, con letanía de recuerdo repetido una y otra vez.
Mi madre sigue hablando mucho de su familia, aunque ya no repite tanto  ni las imágenes ni las historias.   Después vino el silencio, ese momento de vida compartida que parece que no fue, que parece  no ocurrido, como si cuarenta años  fueran cuarenta minutos  de un  paseo en solitario, triste y aburrido.
Yo estaba allí y sé, conozco algo de lo bueno y casi todo lo malo.
Aquello de lo que no se habla no ha existido, dicen. 

Me hubiera gustado descubrir a la mujer que esconde mi madre, pienso si estaré a tiempo, si me gustará o no, si compartiríamos cosas.  He deseado muchas veces otra vida para mi madre, he deseado muchas veces otra vida para esta mujer que me parió con enorme dolor, que me cuidó en una infancia  difícil, que me dio ese empujón que me salvó la vida, que en medio de todo supo poner amor en mi corazón y esperanza en mi alma,  que no pude disfrutar en su madurez ni ahora en la mía. 
Tengo una imagen grabada de mi madre: mi autobús que se aleja, yo miro hacia la calle y,  entonces sí, veo a aquella mujer enfundada en su eterna  gabardina negra que, cabizbaja, daba la espalda a su destino, una vida sin mi.
Me gustaría saber si mis hijas sabrán que detrás de su madre hay una mujer, si llegarán a conocerme, si querrán siquiera intentarlo.  Si yo dejaré que se acerquen demasiado, quizá prefiera el anonimato de madre, segura en los afectos, fuerte defensora del nido, pero débil y frágil como persona.
Quien sabe.
 

viernes, 13 de enero de 2012

Tengo apuntes.

Pues sí, tengo apuntes, esas cosas que lees y te quedan porque te llegan de alguna manera al corazón y al alma.  De repente una frase te hace sentir algo que se sale de la línea argumental del libro, del artículo de prensa, eso que en una fracción de segundo te hace pensar, "por qué no lo habré escrito yo."
Tengo una libreta especial, donde guardo con esmero y mi mejor letra, esas cosas, son mis apuntes, que releo alguna vez, cuando necesito poner palabras a lo que me ronda por la mente, o simplemente porque me  apetece , porque sí.
Esto viene a cuento por la casualidad que ha supuesto que dos personas bien dispares hayan coincidido en el tiempo publicando en sus respectivos blogs sendos poemas, sentidos y emocionados cantos al amor y a la vida.


"Quiero ser tu primer amante, porque te descubre el amor.
Tus amantes intermedios, porque poco a poco te descubren a ti.
Tu ultimo amor, que recoge su fruto."

Sencillamente precioso.   Es un fragmento de un largo poema que titula "Déjame ser tu" en ese intento casi diría que desesperado del que ama por traspasar lo más profundo del ser amado, recorrer toda una vida con esa persona siendo al principio y al final.  Un auténtico regalo.
Ni que decir tiene que me lo quedo, con el permiso del autor, a quién conozco personalmente, estas palabras tan descriptivas pasarán a formar parte de mi "glosario" particular.

"Cambiaré mi huerta de patatas
por un rosal de rosas blancas.
Pero cuidado
pues lo dijo Mecano
una rosa es una rosa
y no es otra cosa
que fragilidad y hermosura,
más defensa ante la locura
del amor basado en sueño,
y por mucho empeño,
seguirá la rosa siendo rosa
y seguiré yo siendo yo, soñadora."

Asombroso, por la juventud de quién escribe.  Asisto, atónita, a sus cambios y progresos.  ¿Es una promesa, tal vez.?

Por último, no puedo olvidar a Col, escritora en ciernes, que me alumbra cada vez.
"Me gustan las noches surrealistas y la buena compañía". 
Frase para la memoria, magnífica.

Si, por Dios, no todo está perdido, donde late un  corazón hay vida y aquí hay mucha pasión.  Gracias a los tres por esto, por las palabras y las rimas, por las comas, por los puntos... por darme material para mis apuntes.




lunes, 9 de enero de 2012

Me ha costado lo mío

Tengo claro que  "nazco"  al mundo "internaútico" como un reto, como un desafío personal, como una aventura y como un desahogo.
Es un reto para una mujer cincuentona meterse en estas lides.  Mi mundo laboral dejó de ser tal hace algún tiempo y por falta de necesidad, no he tenido la costumbre ni la fortaleza mental suficiente para  ponerme al día en este campo de los "bits y los bytes".  Fueron pasando los meses y los años, no hice caso de las advertencias y hoy puedo decir que soy una completa ignorante informática, que le vamos a hacer. 
De modo y manera que me ha costado lo mío llegar a este punto donde estoy ahora mismo.  Pero estoy.
Era una idea que me rondaba desde algún tiempo atrás y que no podía eludir por más tiempo.  Me debo a mi misma superar el complicado mundo que rodea esta tecnología, lo cual no quiere decir que me vaya a convertir en una experta, nada más lejos de mis intenciones, sé muy bien en qué parte del camino me encuentro, hasta donde puedo y quiero llegar. 
Por lo tanto, mi aventura empieza de modo muy modesto, sin saber muy bien si me valdrá la pena, si alguien leerá estas pequeñas reflexiones mías, aunque tampoco me importa mucho, tal vez  lo que busco realmente es el desahogo de esas cosas que se te quedan en el tintero, que no puedes compartir y necesitas liberar, los pensamientos que vuelan y las palabras que no digo.  Y también, aveces, las sonrisas que no comparto.
Tiene su gracia que este mundo tan "comunicado" se esté volviendo un mundo solitario, lleno de personas que no se hablan.
Y aquí es donde empiezo a caminar.



lunes, 2 de enero de 2012

Los Mundos de Mamá

En cierta ocasión, después de la comida y como algo que hago habitualmente,  me levanté de la mesa con la intención de prepararme una infusión y me dirigí al armario de mi cocina donde guardo mis teteras y mis tazas de porcelana.
No utilizo siempre las mismas piezas, según el día y el humor, escojo:  hoy toca la azul, hoy me la tomo en la taza de flores... en fin, hago una selección con cierta calma, miro pensativa esta, aquella ....  Tengo que decir que no tengo una gran colección, pero lo cierto es que de cada viaje  regreso con un ejemplar de una u otra,  o de ambas.
De igual forma, tampoco tomo siempre lo mismo, combino sabores, hago mezclas de varias infusiones, ya digo, según el día y el momento.
Finalmente, decidí qué me preparaba, en qué tetera lo hacía, en qué taza me lo tomaba y con todo el conjunto me senté nuevamente a la mesa, dispuesta a disfrutar de unos minutos que siempre considero muy míos y que de alguna forma me reconfortan y me relajan.
Mis dos hijas  continuaban sentadas a la mesa y sin yo saberlo, me observaban.  Cuando por fin terminé el trajín y me senté con ellas, la mayor, que en aquel momento tendría unos doce o trece años, me sonrió y me dijo:
.-  Me encanta verte, como haces las cosas, tan a tu manera,  son... "los mundos de mamá".
Que así sea.