domingo, 24 de diciembre de 2017

La Aceptación

Con el paso de los años, el cansancio y las renuncias, acepto.
Acepto la familia que no tengo,
acepto mi condena,  que es solo mía.
Acepto la necesidad del distanciamiento,
lo que no se dijo, lo no expresado,
el individualismo hiriente y desnortado.
Acepto como no, la enfermedad, y la lucha que nos queda.
En realidad solo quería lo que no tuve,
y también esto lo acepto,
porque no tengo hermanos ni primos, ni tíos...ni abuelos que conociera,
una familia donde reinara el amor pese a todo.
"El miedo, el enfado... y cierta dosis de odio son normales en una familia".
¿En serio? Tal vez, por tanto todo lo resumo en una frase,
acepto toda la mierda que me ha caído encima,
acepto que me cubriré con ella y, por Dios,
acepto la renuncia, si yo mandaba,
acepto incluso eso.

jueves, 14 de diciembre de 2017

El Marqués

El marqués de mi relato lo era por cuna, posición y poder, de aquellos de principio del siglo XX  que ejercían y se hacían notar. ( Conozco alguno por apelativo irónico, pero este no es el caso. )
Tenía dinero, tierras, posición social y económica... un título nobiliario que aún se conserva, de solera.
Sin embargo, el Marqués vivía solo.
Habitaba un gran mansión, atendida por un amplio  servicio y es de imaginar que,  siguiendo las costumbres de la época, sus necesidades mas vitales y primarias estuvieran sobradamente atendidas y satisfechas.  Pero vivía solo.
Mi padre lo trataba con cierta asiduidad.   Se encontraban en sus largos paseos, cada uno arrastrando su personal historia  y supongo que ciertas afinidades   humanas les acercaban en conversaciones que luego, mas adelante, yo escucharía  con sorpresa y desconcierto.  En mi mente juvenil no entraba como razonable que aquel ser humano cargado de todos sus adornos mundanos, pudiera no solo vivir, sino sentirse terriblemente solo.
Según decía, lo que mas deseaba en el mundo era sentarse en una mesa rodeado de seres queridos, repetir en su propia casa lo que veía cada atardecer en  las cocinas levemente iluminadas de aquellos pobres campesinos cuyo sustento dependía de él mismo.  Les observaba semioculto entre las sombras, callado y triste, anhelando aquel calor familiar, aquellas risas distendidas y aquella humilde cena compartida.  No suspiraba por la comida, naturalmente, quería aquel amor.
Así se lo contaba a mi padre, y así me lo contó mi padre a mi muchos años después, cuando ya no vivía aquel marqués solitario.  Su historia salía a menudo en las  sobremesas familiares que eran una constante en mi casa, y siempre se le mencionaba con un aire de sorpresa,  deseando que no se repitieran aquellas sensaciones en nuestra propia vida, que ya era complicada,  y como una demostración palmaria de lo que sería deseable en un hogar.
Con el paso de los años, sigo recordando al Marqués que nunca conocí, pero al que recurro en mi memoria  mas veces de las que desearía, para ser muy consciente que, curiosamente, ni mi padre ni yo fuimos capaces de aprender de aquella solitaria vida.  Ni mi padre tuvo la familia que quiso tener, ni yo misma he sido capaz de dejar atrás los fantasmas de uno y otro y construir ese calor familiar  que en el siglo pasado tanto deseaba aquel hombre sencillo.
Y con el paso de los años, el cansancio y las renuncias, acepto.



sábado, 18 de noviembre de 2017

La Sorpresa

"He nacido para morir pronto, tengo en la pluma un sonrisa leve, una queja contenida y una vida quebrada"
.
Hace  unos días me sorprendí a mi misma cuando una escena de una película me hizo reír espontanea y francamente.  Y fue tal la sorpresa, que después me invadió la tristeza, al darme cuenta del tiempo que llevo sin reír.  Fue breve, pero fue bueno, y doy gracias por ello.
Una cosa siempre lleva a otra y recordé la frase que inicia esta reflexión y como acompañaba un texto que escribí hace algunas semanas.  Lo deje guardado en ese cajón virtual que son los borradores en un procesador; un  borrador, algo que puede dejar de ser, posibilidad de ser olvidado. Quedó ahí, flotando, como algo que sentía profundamente pero podía ser muy hiriente  y porque me pareció demoledor cuando lo escribí; sigue siendo demoledor, pero hoy toca, es el momento.

"Antes de morir me gustaría sonreír, con esa sonrisa franca y abierta que surge de un interior tranquilo y apaciguado, cuando te miras en el espejo y ves un rostro ajado y piensas que ya todo esta hecho, que ya todo esta dicho y que ya los días están gastados.
Antes de morir me gustaría reír, a carcajadas, reír y quedarme sin aliento, dejar henchidos los pulmones  de vida y de consuelo.
No he vuelto a sonreir, no hay nada que eleve la comisura de mis labios hacia el cielo que ya no es azul, que ya no tiene ni color ni calor ni aire ni luz.  La ausencia de amor compañero ya me resulta insoportable, de modo que pienso que tal vez  mi tiempo debiera cumplirse cuando se cumpla el tiempo del ser que me dio la vida. Sé que no podré con ese dolor que se unirá a todos los demás, sé que estaré sola y sé que será el momento de mirar sin ver lo que no hay en mi futuro, sé que llegará ese día como sé que, en realidad, es una decisión tomada desde niña, porque en el fondo sabía que no había nada al otro lado de la ventana, sabía que todo estaba vacío y sucio y cualquier intento fue estúpido y fue intento.
¿Podré cumplir mi  deseo?"
 


sábado, 4 de noviembre de 2017

La Felicidad

Lo peor de la felicidad es haberla conocido,
Lo peor de la soledad es el miedo.
Lo peor del miedo es oírlo susurrar bajito,
y todo ello, felicidad, soledad y miedo,
se agarran a tu corazón y a tu aliento.

Querofobia, miedo a la alegría.    Se define como un persistente, anormal e injustificado miedo a la alegría.
Nunca creí que pudiera poner nombre y apellidos a la desazón del presente y al temor por el futuro, ese diablillo que murmura en mi oído y me pone alerta cuando el aire entra libre y limpio en mi alma y en mi corazón, cuando la mente vuela y los ojos brillan, ese diablo testarudo tiene nombre... ¿por fin?
 
Pudiera parecer que no tengo gratos momentos, pero los tengo, lo peor es cuando en el mismo instante de puro sol, la  sombra se hace presente y pienso, no durará, y siento, algún precio pagaré por ello, y ese instante es el mismo con dos caras, imponiéndose  la melancolía, que se vuelve confortable porque ya no puedes bajar mas y subir es un esfuerzo que no puedes repetir.
 
Pudiera parecer que no quiero ser feliz ni disfrutar del mundo, ni entregarme al  amor y la amistad sin reservas , pero quiero; lo peor es cuando la vida, que me da en abundancia con una mano me pasa al cobro con la otra a un precio tan elevado que... ¿podré soportarlo de nuevo?
En los últimos tiempos afirmo con cierto grado de soberbia, que no le debo nada a la vida, le pago con la mía cada día.  En realidad no es soberbia, es rencor por lo que me quita a cambio y es miedo por lo que vendrá, que se cobrara de nuevo.
Ergo... quiero ser feliz, pero no me atrevo.  Quiero vivir, pero me da miedo.  La tristeza y la melancolía me protegen.. y sin embargo...¿sufro menos?

"Cuidado con la tristeza, es un vicio".(Gustave Flaubert)



http://ayuda-psicologica-en-linea.com/auto-ayuda/bienestar-emocional/querofobia-se-puede-tener-miedo-a-ser-feliz/

https://blogs.20minutos.es/yaestaellistoquetodolosabe/tag/querofobia/



domingo, 29 de octubre de 2017

La Culpa

"La vida es muy difícil.  Si quedamos mas o menos cuerdos es por el amor que nos dieron nuestros padres, como quiera que lo hayan expresado".  (Paul Auster)
 
No hay manual de instrucciones, los hijos llegan con el dolor necesario y la ilusión desencadenada.  Hay un revuelo general en toda familia que recibe un retoño,  un auténtico tsunami físico y emocional que, a veces, termina con la propia familia.
Los retoños crecen, se hacen adultos, hombres y mujeres en los que ponemos ilusiones excesivas, frustraciones que nos atormentan o deseos que quisimos para nosotros.  Y cuando así actuamos, casi siempre nos equivocamos.
Aun así, pretendemos y hasta coseguimos, que nuestros hijos crezcan sanos y fuertes, por dentro y por fuera, que se conviertan en seres útiles para si mismos y para la sociedad que los acoge, que sean capaces de amar y ser amados como solo los padres podemos hacerlo, todo sea por y  para ellos y sin embargo, hay ocasiones en que se tuercen las intenciones, se curvan aquellos deseos  y un hijo sufre porque nadie lee sus silencios, nadie escucha sus lamentos y llega la ausencia y el desencanto.

A mi me queda la culpa, me acompaña siempre;  no puedo dejar de sentir que tal vez pude hacer más, pude luchar más , pude hacerme oír mas alto cada una de las veces  que lloraba  desesperada pidiendo sobretodo comprensión.  Diré en mi descargo, mas por consuelo que por convicción, que también son responsables todos y cada uno de aquellos  que no me oyeron, que no deslizaron un segundo su mirada sobre todo lo que hoy es una evidencia.
No son pocos. Y yo lloraba a solas y en silencio. ¿Por qué me quejo?
 
Siempre me quedará la culpa para justificar errores y sobretodo para intentar comprender que destino extraño y malintencionado me golpea y se me enfrenta cada día.
 
 
En el límite de la comprensión racional, la necesito para vivir.
 

martes, 24 de octubre de 2017

La Madre, La Persona, La Mujer

(Reedición)
Lo escribí hace cinco años y `podría haberlo escrito hace cinco minutos, nunca como hoy tiene tanto sentido.
Coincide hasta la hora, de una madrugada como aquella, seguramente inquieta.


""No hace mucho veía en tv a Laura Pausini. No es que me guste como intérprete, pero como ser humano me pareció interesante y seguí la entrevista que le hacían. En un momento dado comentó que su último disco era muy especial para ella pues mientras lo componía había recuperado la maltrecha relación que mantenía con su madre a la vez que había descubierto a la persona que había detrás de ella. 
Me pareció precioso.
Y me quedé pasmada.

Inmediatamente pensé en mi propia madre, ya mayor, con esa edad que inspira la ternura y hablanda los recuerdos, con esa edad que cuentas hacia atrás, a la que miro muchas veces y siempre veo como madre.  Y pensé que mujer sería ayer, que clase de mujer fue en su adolescencia, en su juventud, que madurez hubiera podido tener.

Mi madre cuenta muchas cosas de su pasado.   Habla con frecuencia de sus padres, especialmente de mi abuela, a la que no llegué a conocer y con la que debió de tener una relación muy especial. Es su norte y su guía... aún hoy.
Habla de sus hermanos, ausentes por esas cosas de la vida en este país que nos han obligado durante generaciones a separar familias.  Recuerdo que de niña hablaba tanto de ellos,  que era casi como si pudiera verlos a diario.
Mi madre hablaba mucho de su familia en mi infancia, pero hablaba de ellos con  nostalgia, con aire de ausencia impuesta, con letanía de recuerdo repetido una y otra vez.
Mi madre sigue hablando mucho de su familia, aunque ya no repite tanto  ni las imágenes ni las historias.   Después vino el silencio, ese momento de vida compartida que parece que no fue, que parece  no ocurrido, como si cuarenta años  fueran cuarenta minutos  de un  paseo en solitario, triste y aburrido.
Yo estaba allí y sé, conozco algo de lo bueno y casi todo lo malo.
Aquello de lo que no se habla no ha existido, dicen. 

Me hubiera gustado descubrir a la mujer que esconde mi madre, pienso si estaré a tiempo, si me gustará o no, si compartiríamos cosas.  He deseado muchas veces otra vida para mi madre, he deseado muchas veces otra vida para esta mujer que me parió con enorme dolor, que me cuidó en una infancia  difícil, que me dio ese empujón que me salvó la vida, que en medio de todo supo poner amor en mi corazón y esperanza en mi alma,  que no pude disfrutar en su madurez ni ahora en la mía. 
Tengo una imagen grabada de mi madre: mi autobús que se aleja, yo miro hacia la calle y,  entonces sí, veo a aquella mujer enfundada en su eterna  gabardina negra que, cabizbaja, daba la espalda a su destino, una vida sin mi.
Me gustaría saber si mis hijas sabrán que detrás de su madre hay una mujer, si llegarán a conocerme, si querrán siquiera intentarlo.  Si yo dejaré que se acerquen demasiado, quizá prefiera el anonimato de madre, segura en los afectos, fuerte defensora del nido, pero débil y frágil como persona.
Quien sabe.""

 

miércoles, 18 de octubre de 2017

Escribir

"Escribir ha sido siempre mi manera de pensar" (Antonio Orejudo).

El tormento, la obsesión, el miedo,
la ausencia, el dolor, el rencor y la ira,
la pena y la tristeza, el odio y el amor.
Acaricio la luz con la mirada
y la sombra se cierne sobre el alma,
cierro los puños con rabia y siento el corazón lento.
Las cosas son como siempre han sido
y pensar lo contrario me lleva a la deriva y al tormento.
No hay sitio en el mundo para mi alma, no hay remedio,
y si fuera de esta vida hubiera un retorno, un sosiego,
un poco de amor generoso o de simple cariño bueno,
si hubiera algo que me calmara,
que me amara sin recursos y sin réditos...
quiero un poco de algo que no encuentro,
quiero paz, quiero aire limpio, quiero vida,
quiero seguir pidiendo y no quiero.

Y de sentir,  diría también.  Escribir es la manera mas sincera con la que yo me comunico con el mundo, con el propio y con el ajeno, me vuelco en las palabras como si me hundiera en un agujero negro, me invaden y las vomito en un papel o en un teclado de ordenador sin control.  Ellas me pueden, me vencen... y me acompañan.
 
Recuerdo perfectamente el momento, esta vez si, en el que me hundí en mi rincón favorito del sofá y escribí de un tirón y sin respirar lo anterior, no hace tanto...este verano.
De igual modo, recuerdo también, perfectamente y con detalle, el día y la situación en que escribí lo que sigue, un día maravilloso de travesía, donde el sol y la luz y la compañía me dieron un respiro y pensé...tal vez.  Hace un ahora un año.

A veces el mar es sosiego y el cielo de azul intenso.
A veces las olas arrastran el miedo.
¿Habrá nieve este invierno?


 
Ya llegó el invierno, ¿habrá nieve o  habrá hielo?
 

domingo, 8 de octubre de 2017

El Padre

Somos como crecemos, los padres nos influyen y no dejan de recordarnos, en la vida y en la muerte, quienes somos y porque llegamos a ser.
Tengo que recordar, esta vez, a un padre, que no fue el mío, a quién tengo muy presente en los últimos tiempos, un padre que  no fue el mío,, pero que también marcó el devenir de mis años adultos, un padre que no fue el mío, a quien juzgué con poca sensibilidad  y a quien quiero rendir un cariño en su ausencia, ya que no lo hice en su presencia.
Con un trastorno bipolar arrastrado durante años, ya le conocí enfermo y aunque no tuvimos una relación muy estrecha sé que a su manera me quiso de algún modo y sobretodo, me respetó como nuera y como persona. 
Me gustaba cocinar para él porque todo le gustaba y siempre tenía ese comentario agradable que te alegra el tiempo invertido entre fogones,  En los peores momentos de su enfermedad, debo reconocer que no siempre le acompañé y no siempre le entendí.  Incluso, en cierta ocasión, tomé  una terrible decisión que no olvido  y que estará atada a mi conciencia para siempre.
De su última desesperación, recuerdo mi enfado por estropearme unas vacaciones y por atarme a la habitación de un hospital durante  días, recuerdo que le trate con dureza, recuerdo que pensaba mas en las consecuencias de sus actos que en el origen de los mismos.
Las primeras fueron gravísimas, para todos, pero  lo segundo, el por qué de las cosas, ahora sé.  Ahora entiendo qué le llevó a cometer un acto tan desesperado, ahora entiendo sus momentos, ahora le entiendo mas que nunca, comprendo su sufrimiento, su melancolía, su ausencia por temporadas y sobretodo, me acerca a él la soledad tan injusta y tan severa que sintió y padeció.
El dolor de amar, de no poder dejar de amar, de amar hasta el último aliento.
Fue un hombre honesto, trabajador, buena gente, amante de su familia por encima de todas las cosas.
Como le comprendo. como lamento no haberle comprendido.
Que las frías aguas de Riazor le den la calma que anhelaba y que Dios le bendiga también.

viernes, 6 de octubre de 2017

La Decision

De una decisión tomada hace mas de 50 años, se derivaron todas las cosas.  No fue ni buena ni mala, ni la correcta y ni tampoco la equivocada, fue la que tuvo que ser en aquel momento, pero condicionó sus días y los míos  para siempre.
Contaba unos meses de vida cuando mi madre decidió que aquel matrimonio suyo no era lo esperado, que los insultos y los desprecios no había porque soportarlos; me cogió en brazos y con cuatro cosas en una maleta se dirigió con paso seguro hacia la puerta para dejar atrás una vida apenas iniciada.
Sin embargo, en el mismo umbral y con un pie en la calle, algo cruzó su mente y se paró unos segundos a pensar, esos segundos que marcaron todo lo demás.
En los años sesenta, en un país atrasado y absurdo, una mujer sin estudios, sin trabajo, sin dinero, no tenía muchas alternativas.  De haber puesto los dos pies en la calle, habría sido acusada de abandono de hogar, habría perdido cualquier derecho sobre mi y habría pagado con algo mas que una multa ese medio paso que nunca dio.
Como consecuencia, todo continúo a peor con los años y la única manera que tuvo de justificar aquella decisión no tomada, fue centrar toda su vida en la mía y así, sin pretenderlo, hipotecar mi conciencia para siempre.
Nunca le reproché ni lo haré jamás, tuvo miedo o fue un acto de valor;  yo prefiero darle ese punto de valentía que sin duda necesitó porque  sabía lo que le esperaba y lo aceptó.  Y fue terrible.
Lo que no pudo nunca imaginar era lo que me esperaba a mi.
Con esas cabriolas malignas con las que el destino nos reta, cincuenta años después de aquella decisión no tomada, en una época que se supone muy diferente, una mujer sin estudios, sin trabajo y sin dinero, siguie teniendo pocas alternativas.  Y nuevamente, una decisión esta vez si tomada me devuelve a un destino que parecía marcado para ambas, me deja sola frente a un mundo hostil para mis años, a un futuro que me aterra y me paraliza, a todo lo que ella quiso evitar con su propia vida.
Y quizá, lo mas injusto de todo, sea que ha vivido lo suficiente para verlo.
Que Dios la bendiga.
 



 

viernes, 29 de septiembre de 2017

El Intento

Hice todo cuanto pude, creo que hice todo cuanto  pude, incluso quedarme quieta, no respirar, no hablar, pedir perdón por los errores, culparme por todo y por todos,  suplicar un poco mas de tiempo.  Solo quería ordenarme por dentro.  Y si, lo intenté todo, pero fue...otro intento.
Y siempre, siempre, quise hacer lo correcto.
 
 
Prometo quedarme por dentro,
prometo no llamar a la sonrisa ni hacer
que vuele mi corazón ni mi mente ni mi sangre,
prometo quedarme dentro
donde no me duele el dolor ni me amartillan
mis propios males y mis miedos,
mi eterna ausencia de amor, los abrazos no encontrados
ni los besos perdidos.
Prometo huir para no llorar mas, para no herir mas,
para no doler ni ser dolida...
ni esquivada
prometo que prometo intentarlo todo
sabiendo que al fin estaré solo prometiendo.


 
 
 
(En algún momento de este año atormentado, sabiendo de antemano que la promesa sería inútil y sería estéril)
 

martes, 26 de septiembre de 2017

El Silencio



Aquello de lo que no hablamos no existe, dicen, pero esta en nuestro interior aunque no queramos verlo ni oírlo.  Sin embargo, queremos dominar el miedo, queremos acallar los pulsos del corazón, y de vez en cuando, incluso, creemos que volverán los días de paz y gloria a nuestra vida porque aquello de lo que no se habla, dicen, no existe,  y así,  el dolor solo se calla con silencio.

Cantemos al silencio,
mar inmenso que protege sentimientos,
silencio por mi amor y mi vida,
silencio para sobrevivir,
silencio para llorar,
silencio para reír por dentro,
silencio...silencio para ti y para mi,
silencio para todo...
silencio para gritar y callar, silencio.

Cantemos al silencio
porque nos ayuda en la agonía
y en la alegría cuando estalla
como fruta madura,
cantemos al silencio
que nos cubre de amor y ternura
y sabe acunar el miedo.
Silencio para vivir, silencio para morir...silencio.

Y con el silencio
vuelven las penas y los malos vientos,
y el calor de las noches de verano
y las lluvias tempraneras de los inviernos.
Hay silencios que matan
y silencios que alimentan días y sueños,
silencios apocados,
silencios a gritos 
y silencios eternos.
Y los busco y los pido
y los atormento con mis lágrimas,
mis suspiros, mis ojos enrojecidos
y mis labios prietos.  
                          
Canto sin voz y sin aliento,
canto alto y canto lento,
le canto por amigo,
le canto por cansancio,
le canto por amor y porque quiero,
le canto y le siento,
el silencio como hermano...
el silencio, por favor, por dentro.
 
(Octubre 2016)
 

sábado, 23 de septiembre de 2017

Los Momentos

"Disfruto con la tristeza y con la melancolía, pero con la pena no.  La pena es muy jodida.  Es demoledora"
(Pau Dones)
 
 
Hay momentos en la vida en que tomamos decisiones sabiendo que los efectos colaterales serán devastadores, sabiendo que tu no serás la misma persona desde ese momento y en adelante y que los seres  que mas quieres no te miraran con los mismos ojos ni sus corazones latirán por y para ti de igual forma.
Hay momentos en la vida  en que todo son preguntas y ninguna respuesta, el sol no brilla por la mañana ni te calienta por la tarde, la lluvia cae torrencial a tu alrededor y los campos se anegan, igual que tus pulmones y tus venas, que siguen en la brecha, pero sabes que tu alma esta muerta.
 
Renunciar es ir muriendo
y así, cada día...
voy cayendo.


Gracias Pau

miércoles, 20 de septiembre de 2017

El Miedo

No recuerdo haberlo escrito, ni el momento ni la ocasión, ni como surgieron las palabras ni porque de las emociones...no consigo recordar.  Siento muy intensa la sorpresa al encontrarlo.
Y también, al leerlo, recuerdo el miedo


Todo se desborda como un mar embravecido,
como una tormenta de rayos y de truenos
mientras busco esa paz y el silencio.
Si el amor llegara y se rompiera en mis manos
y yo pudiera retenerlo,
¿sería dicha o sería miedo?.
No quiero pensar en mañana, no quiero
querer para sufrir, quiero que me ame sin remedio,
quiero su cuerpo y su alma cerca de mis deseos,
quiero su vida en mi vida, quiero su tiempo,
quiero y quiero y me abandona y me aparta...
y me olvida en sus secretos, en sus días
de agua fría, de olas salpicadas y de viento.





(Fechado un día de agosto, de este agosto sombrío, yo no lo recuerdo)
(2017)




lunes, 18 de septiembre de 2017

La Niebla

No siempre el mar es azul ni el cielo esta despejado.  Con todos los matices que le queramos poner al color de la vida, lo cierto es que los claroscuros se imponen, a veces con la fuerza de la pena y la desesperanza, con la insistencia de un amargo día de lluvia impenitente, con todo aquello que ennegrece el alma empañada y el corazón roto.
 
No hay peor vida que la vida mal vivida por malgastada y los años que ya cuentan me pesan como losas, lo poco o mucho que queda se hace urgente y se hace efímero. 
Me aprietan las prisas de mis días, de mis horas que galopan y no se acomodan a mi paso, no se detienen a mirarme y complacerme, se evaporan como niebla veraniega y yo siento que todo fue un mal sueño que se agota mi tiempo sin haberlo sentido y sin poder remediar el dolor que causé sin quererlo, el amor que quise dar y no se recibió, solo quise amar y no supe como hacerlo. 
 
 
   Pero  aun amo y siento.

 
 
 
 
 
 

Y cuando pasa la tormenta y queda  el reposo
amargo de los malos vientos,
el pensamiento agitado y el aire espeso,
no queda nada por momentos.
Se vacía hasta la sangre de las venas y
el respirar se torna lento.
Se atascan los pulmones,
todo se vuelve eterno,
raro y descontrolado,
todo queda en el entorno
suspendido, ingrávido, pasivo y muerto.
 
 
(En un mes de septiembre convulso, a bordo de Elora, en un intento.)
(2016)
 

domingo, 17 de septiembre de 2017

El Regreso


Al final todo vuelve a su sitio, al cabo estoy sentada en la misma silla , mirando como siempre en la misma dirección, con los ojos soñadores de una cría que ahora sabe,  ahora, que no había nada al otro lado, detrás de aquellas montañas que enmarcaron mi infancia, había todo un mundo lleno de cosas ajenas.  Todo fue un sueño del que regreso vacía, llorando y muriendo.
 
Por salir de una vida reducida, equivoque los caminos, los momentos decisivos se fueron confundiendo en el tiempo y los recorridos alternaron sol y bruma en una existencia derivada en carreras contracorriente, unas veces y otras, huidas hacia adelante que nunca sabré si fueron propias o ajenas.
Y sigo buscando esa paz del alma que todo me lo niega, quería y  quiero una vida sosegada, normal,  sin suspiros, sin miedos.
Me apura el tiempo.
En realidad siempre fui niña solitaria, depresiva y ausente, dentro de ese mundo raro y adulto que no me vio crecer ni me dio aire para mis sueños.  En realidad siempre deprimida, en realidad siempre asustada, buscando acomodo en este basto mundo, pequeño para las almas que lloran en silencio.
Por un momento, insensato y torpe, camine por una senda aparente de normalidad y calma, podía amar y ser amada, podía ser madre, esposa, compañera...podía tener una vida. 
Fue insensato y fue torpe, fue estúpido...y fue intento.
No, no había nada al otro lado, todo estaba allí para mi, para cogerlo...pero no había nada... todo estaba sucio y muerto.
 


(En algún momento de la primavera oscura que ya vaticinaba vientos.)
(2017)